sábado, 30 de octubre de 2004

Entre tinieblas



Mejor no hablar (de ciertas cosas)

Luca Prodan

Una mujer, una mujer atrás,
una mujer atrás de un vidrio empañado. 
Pero no, mejor no hablar de ciertas cosas. 
No, mejor no hablar de ciertas cosas. 

Un tornado, un tornado, un tornado... 
Un tornado arrasó a mi ciudad y a mí jardín primitivo. 
Un tornado arrasó a tu ciudad y a tu jardín primitivo. 
Pero no, mejor no hablar de ciertas cosas
no, mejor no hablar de ciertas cosas. 

Yo, yo, yo, yo... 
Yo tuve la mejor flor, la mejor de la plata más dulce
Yo tuve la mejor flor, la mejor de la plata más dulce
Pero no, mejor no hablar de ciertas cosas. 
No, no, no, mejor no hablar de ciertas cosas. 

(…)


Lima en una mañana de octubre. El vapor de la ducha cubre el espejo en el cuarto de uno de los hoteles baratos de la avenida San Borja. La niebla de la ciudad no deja ver mucho más allá. Afuera hay resentimiento, están las mismas amenazas que los obligaron a separarse, pero escondidos en esa habitación para amores que no deben verse, siguen eufóricos por el regreso. También están envueltos por una niebla que no los deja ver mucho más allá, pero alcanza con el momento.
El vapor garabatea luces y sombras sobre el espejo. Y ellos que no quieren ver, descubren en la foto los garabatos de luces y las sobras de un amor, allí de pie, diluido en millones de gotitas invisibles de agua. Es un dilema de perspectivas. Sobra la mesa de luz está la botellita de ron, la computadora y un poco de sandwich de pollo, lo poco que un amor clandestino necesita para sobrevivir.
Pero el verano le borra la garúa a Lima y el mar vuelve cada año a verse infinito desde el malecón. La niebla se esconde por unos meses, los amantes clandestinos salen a la luz, vivir se empieza a conjugar en futuro y la historia del amor perseguido está quedándose sin argumentos.
Había un final escrito: el devía volver. Y el avión cruza la Cordillera que en él tantas veces separó mundos y tiempos. Entonces, la foto del vapor garabateando luces y sombras se ve distinta. La silueta del amor se ha vuelto casi invisible. Cuestión de perspectivas. Ahóra sólo ve formas blancas que le recordaban los miedos infantiles a la soledad y la muerte.

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